jueves, 17 de enero de 2013

Conversación en off


¿Qué pedo compadre? ¿Pa qué soy bueno?
¿Qué cosa? ¿Qué dijo ahora? No, no lo vi. Es que acabó de salir de una comida y la vieja del Toño está muy buena. Sí, la llevó, pero no le hizo caso por estar hablando no sé qué mamadas de la balanza comercial de este año.
¿Qué? ¿No me digas que la volvió a cagar? A ver. Dame un minutito. Deja lo gugleo. (Pausa, risas a todo pulmón). A la opinión pública (risas, más risas). Si me cae que es un poeta el güey.
Sí, sí tú tranquilo. Va a estar cabrón bajarlo del yutub. Para esta hora te aseguro que ya hay como chigomil millones de copias y cinco putillones de tuits. Pero no te apures, por la tele no hay pedo. Sï, ahorita lo coordino. ¿Ni una palabra entonces? ¿Ni una mención? ¿Ni para el especial de las pendejadas de la semana? Sí, no, no creo que haya pedo. No te agüites que para eso estamos. Sí, luego hablamos de eso. Pues sí, lo habitual, la feria de siempre, no creo que se pongan muy exigentes. Sale compadre, yastás. Sí, te lo mando con Ramiro. Sale. Te lo lavas. (Risas). Nombre, estos cabrones se van a gastar todo el presupuesto en cubrir las pendejadas de este güey…

lunes, 14 de enero de 2013

El que sólo de ciencia sabe ni de ciencia sabe

Leo en el periódico que descubrieron un planeta que podría ser habitable como el de Avatar. Y el nombre que se les ocurrió a los astrónomos fue PH2b. 

Los paraísos artificiales

QUe no nos engañen, todo es artificial. Tu jugo de fruta natural, tu ropa de algodón, tus vacaciones en la playa virgen, todo. Los humanos nos hemos convertido en los últimos digestores del planeta. Lo artificial es lo hecho por el ingenio humano. Cada día nos alejamos más de la naturaleza y la naturaleza, con este alejamiento, se vuelve más agresiva, nos hemos vuelto el patógeno que el sistema inmune del planeta combate; y como todo virus nuestra soberbia nos hace creer que vamos a ganarle al huésped que nos alberga.
Fuimos a la playa. Una isla en medio del Pacífico parecía ser lo más próximo al paraíso en nuestro alcance. Así que fuimos.
El hotel estaba próximo a la playa. No tenía nada de lujoso. La gente que trabajaba ahí parecía amable. Los cuartos pretendían ser ecológicos, recreaban las chozas polinesías que usaban los nativos antes que el progreso los convirtiera, de los seres más felices que han pisado la Tierra, en sirvientes. El dueño del hotel no vivía ahí. No sé porque tuve el impulso de preguntar eso a la recepcionista que nos dio la llave. No, él vive en Sydney, dijo con orgullo, como si hablara de su padre. Tenía unos 22 años, era delgada y hermosa, llevaba puesta una flor en el pelo y un vestido rojo que hacía saltar un no se qué en la superficie calmada de su piel morena. Llevaba puesta también una sonrisa muy blanca. Parece feliz, pensé. ¿Por qué el dueño del hotel no viviía ahí? En el paraíso que él mismo había creado o comprado o heredado. ¿Por qué prefería una gran ciudad?

lunes, 7 de enero de 2013

Looser


La inmediatez de los medios electrónicos ha banalizado las comunicaciones. Eso fue lo que le dije a Diego.

Hoy me siento muy viejo. Quisiera no pensar en mi edad, pero es una idea que salta en mi vida a cada momento. Un tic tac. No entiendo como la gente logra seguir hasta la vejez. Quizá tener hijos ayude. Me siento tan fracasado. He luchado toda mi vida con la sensación de fracaso, con el miedo al fracaso. Un fantasma, una sombra a lo largo de todos los días de mi vida.

“Soy un perdedor. I’m a looser baby, so why don’t you kill me.”

Y lo hizo. En cierta forma me mató. Yo seguí, pero algo en mí murió y era algo importante. No puedo definir exactamente qué fue.

Dejé de escribir desde que salí de México. Estas líneas soy yo buscando a ese otro hombre que escribía. Está oscuro, esta linterna busca a un hombre más joven, en las tinieblas, escribiendo a ciegas en una libreta, sólo, drogado, triste, escribiendo a lo perdido en un lugar oscuro. Y mientras busco, descubro que soy yo al que busco y la linterna se paga y me siento en el piso a escribir a ciegas.

 Yo construí navíos en la tierra. Nunca tocaron el mar, nunca los vio nadie. Hace tiempo que todos los quemé.